Sam es solo eso, un juguete, reconocen sus creadores. Las emociones y procesos internos de cada niño transgénero son diferentes y un juguete como este no puede abarcarlas todas. Por tanto, no es una herramienta de diagnóstico o tratamiento terapéutico. Pero sí abre, mediante el juego, una vía para el diálogo y la educación en la tolerancia. Busca el fin de la transfobia. Sus piezas vienen acompañadas, además, de un libro dirigido a padres y educadores, para afrontar una conversación sobre diversidad de género con los menores.
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Sam, primer juguete transgénero por la tolerancia
Autor: Laura Prieto Calvo  Categorías: Innovación social