Sam es solo eso, un juguete, reconocen sus creadores. Las emociones y procesos internos de cada niño transgénero son diferentes y un juguete como este no puede abarcarlas todas. Por tanto, no es una herramienta de diagnóstico o tratamiento terapéutico. Pero sí abre, mediante el juego, una vía para el diálogo y la educación en la tolerancia. Busca el fin de la transfobia. Sus piezas vienen acompañadas, además, de un libro dirigido a padres y educadores, para afrontar una conversación sobre diversidad de género con los menores.
Habitualmente entre los 18 meses y los 4 años los pequeños comienzan a ser más conscientes de su anatomía y de las diferencias entre niños y niñas, aunque la conciencia sobre la propia identidad sexual no es estable hasta los 6 ó 7 años. Y durante ese tiempo, es importante no mezclar conceptos. Hablamos de identidad, de lo que uno siente que es, y no de rol. Que una niña quiera ser bombero o juegue a ser pirata en lugar de princesa, no tiene por qué significar que sea transgénero. La cosa es bastante más compleja. Además, es importante dar libertad en el juego y apostar por juguetes no sexistas para educar en igualdad.
Eli fue una de las primeras niñas transgénero visibles en España, y existen más casos diagnosticados con disforia de género, el nombre técnico de todo esto. Pero apenas hay estadísticas al respecto.
La clave está en el interior
Sam fue creado por Gender Creative Kids (Canadá), una organización sin ánimo lucro orientada al apoyo de los niños transgénero y sus familias. El juguete representa a una niña trans y las distintas etapas de su evolución. Son 7 piezas insertadas unas dentro de otras, al modo de las muñecas rusas o matrioskas.
La muñeca más pequeña representa la felicidad inicial, en un momento de la infancia en la que aún no existe en la mente del niño o niña el concepto del género y lo que significa. Tras ella llega la exploración sobre la identidad de género mediante el juego. A continuación puede aparecer la duda. Es el momento en que los menores puede cuestionar la convención social y cultural sobre su género o plantearse si encaja con ellos. Para los niños y niñas trans eso llevará a una época de conflicto con ellos mismos. Y en algunos casos conduce al aislamiento y el rechazo al mundo exterior, que los convierte en víctimas de bullying.
Pero esta historia tiene un final feliz para Sam, el apoyo de su entorno, la aceptación y la normalización. Porque la más pequeña y más importante de todas las piezas de Sam es… su corazón. “Es él el que representa su auténtico yo, independientemente de su apariencia y su género”, afirman sus creadores.
El proyecto busca fondos mediante crowdfunding o financiación colectiva para su lanzamiento definitivo a mayor escala. Puedes colaborar aquí.

Laura Prieto Calvo

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Desde Juguelandia creemos que la diversidad es parte esencial de los valores que los niños y niñas deben aprender, y nos parece una fantástica idea la de crear un juguete para normalizar una situación a veces delicada. Como Sam, todos tenemos varias capas detrás de las cuales nos ocultamos, pero en el fondo todos somos PERSONAS… y tenemos el mismo CORAZÓN. Un niño o niña nunca debe olvidar saber mirar tras la apariencia exterior, ya que esto les hará seres humanos más completos. 🙂