A veces las cosas más simples pueden producir enormes cambios. Para muestra un botón. O más bien una rueda, esa que nos ha llevado hasta todo lo que tenemos hoy a través de los siglos, y de cientos de engranajes y poleas, de complejos mecanismos nacidos todos de ella. Hoy una rueda puede ser también un paso más en la solución de algunos de los problemas de los países subdesarrollados: niñas sin escolarizar, dolor crónico, problemas en el parto, infecciones por la ausencia de agua limpia con la que lavarse las manos… Se llama Wello y es sólo una rueda. Pero es también mucho más.
Una de cada siete personas en el mundo vive a más de un kilómetro de agua potable. En la India cubrir las necesidades de agua de una familia requiere unos seis viajes hacia el suministro más cercano, una pesada tarea que realizan casi exclusivamente las mujeres, invirtiendo hasta cuatro horas y la mayor parte de su energía, lo que aleja a las niñas de la escuela y limita las posibilidades de sus madres para formarse o trabajar. Acarrear todo ese peso de agua sobre sus cabezas les provoca severas complicaciones para la salud y notables limitaciones para su desarrollo. La solución ideal, por supuesto, sería un mayor acceso al agua potable y una cultura igualitaria. Pero mientras las ONGs trabajan en ese cambio de estructuras y mentalidad, hay miles de mujeres a las que se les acaba el tiempo.
La rueda de Wello es volver al barril rodado de toda la vida, sí pero supone un avance para estas mujeres. Menos problemas de salud por el peso y el agotamiento físico y reducir los viajes diarios a uno, lo que supone más tiempo para ir a la escuela o para que las mujeres puedan salir del círculo en el que se encuentran, formándose, creando cooperativas,participando en el desarrollo de la comunidad… Además, Wello es vista como una herramienta de trabajo, lo que sorprendentemente eleva, a ojos de muchos hombres, el transporte de agua a una labor que, al requerir el uso de una herramienta, merece un mayor respeto.
Eso sí, el camino no ha sido fácil. A pesar de su aparente sencillez, han hecho falta cerca de dos años para crear un producto viable, capaz de soportar las dificultades del terreno y el clima, que sea ligero, con la capacidad justa para resultar eficiente, con materiales capaces de preservar el agua, aceptado por las comunidades y, el más difícil todavía… con el menor coste de fabricación. Ese había sido de hecho el punto débil de intentos similares como Q Drum o Hippo Water Roller. Wello busca ser un producto asequible para ser distribuido en las comunidades que más lo necesitan e igualmente útil para múltiples usos en el ámbito agrícola e industrial del mundo desarrollado, lo que lo hace rentable y le abre las puertas a la venta en todo el mundo. Simplemente una rueda. Pero mucho más que eso.

Laura Prieto Calvo

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