Una pulsera contra el bullying

Hace unos seis meses hablábamos en estas mismas líneas de bullying y de KiVa, el revolucionario método finlandés contra el acoso, que varios padres han solicitado importar a España. Pero por desgracia todo parece seguir igual y seis meses no han sido suficientes para dejar atrás el problema. El bullying vuelve a estar de plena actualidad. Una actualidad dramática, porque ¿cómo calificar si no que un pequeñajo de 11 años decida arrojarse por una ventana con tal de no tener que volver al colegio? La familia de Diego pelea ahora porque el caso no sea archivado, mientras otras tres familias del mismo centro escolar se muestran dispuestas a denunciar casos similares Y en medio de toda esta vorágine, desde el otro lado del charco, descubrimos la historia de Vladimir, un mexicano de 10 años, que después de haber sufrido acoso decidió intentar cambiar las cosas, y crear algo para ayudar a los niños en su misma situación.


Estamos hartos de ver anuncios de pulseras de actividad, una herramienta que permite monitorizar nuestras constantes vitales mientras hacemos ejercicio o dormimos y cuya publicidad promete ayudarnos a perder peso, cuidar nuestro corazón, vigilar la calidad del sueño y en definitiva estar más sanos. Pero, ¿qué pasa si todo ese registro de actividad, esos datos sobre nuestro pulso, la frecuencia cardíaca o la temperatura pudieran también ayudarnos a evitar un ataque o alertarnos de lo que ocurre? Eso es lo que pensó Vladimir, amante de todo lo que tenga que ver con los inventos.

El silencio, cómplice del bullying

El silencio es uno de los perversos aliados del acoso escolar más extremo. El de los testigos y el de las víctimas. Precisamente por eso el protocolo finlandés KiVa está orientado a acabar con el primero, el de quienes callan y abandonan a su suerte al acosado. Y la pulsera ideada por Vladimir tiene por objeto luchar o evitar el segundo, el de la víctima: los datos pueden hablar por él. Además del ritmo cardíaco, la pulsera puede proporcionar, mediante un biosensor, información sobre los niveles de adrenalina, glutamaso y glucosa, que el cuerpo secreta cuando se encuentra ante una situación de peligro, como ocurre ante el bullying, y enviar estos datos y la ubicación GPS a una aplicación móvil. Su idea ya ha sido premiada en el concurso ‘Todos con el Mismo Chip’, organizado por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes de su país.

La pulsera podría tener un efecto disuasorio, pero ¿es una solución definitiva contra el bullying? Obviamente, no. El acoso escolar es un problema con múltiples caras y que debe solucionarse desde distintos frentes. Pero su idea puede ser un paso más, si no hacia la solución, si hacia la conciencia social sobre un problema que no conoce fronteras. Quizás un niño mexicano de 10 años haya conseguido avergonzar a todos esos adultos españoles con poder para luchar contra el acoso, y que siguen sin hacer nada para cambiarlo.

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Laura Prieto Calvo

Laura Prieto Calvo

Periodista especializada en contenidos digitales y redes sociales. Apasionada contadora de historias. Curiosa pixelada, parlanchina 2.0 y buscadora de tesoros transmedia.

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