
El mundo está lleno de pequeñas heroicidades, de gestos e ideas aparentemente sencillas que pueden cambiar la vida de cientos de personas. Como la que un día le vino a la cabeza al protagonista de nuestra historia, la prueba de que a veces convertirse en un pequeño héroe es sólo cuestión de voluntad.
O dicho de otro modo, de ponerse un traje y presentarse en un hospital. Así de simple. No un traje cualquiera, es verdad, pero un traje al fin y al cabo. Ni el de las reuniones con el jefe, ni el de los domingos, sino el que uno se pone para lo importante de verdad: el de superhéroe.
Hace meses que Spiderman lo pasea por hospitales y fundaciones de nuestro país, entre pequeños héroes en pijama, luchadores incansables contra el mal, y contra el cáncer. La mayoría apenas saben nada de la persona que se esconde tras la máscara. Algunas referencias aquí y allá sobre lo que los cómics cuentan sobre el hombre araña y sobre su otra cara, Peter Parker. Pero nosotras sabemos que nuestro Spiderman ni es fotógrafo ni se llama Peter, aunque para preservar su verdadera identidad podríamos llamarle Pedro. Será mejor así. De momento, su nombre real, respetando su voluntad, será nuestro secreto.
Tras él hay un chico normal, con acento andaluz, que se declara fan de los Goonies o Juego de Tronos en las redes sociales. Pocos más detalles podemos daros, pero es obvio que lo suyo es vocación de servicio: cuando no está plantando cara al villano del cáncer, en los hospitales o en las redes virtuales, se dedica a ‘perseguir a los malos’ como policía nacional, y garantizar la seguridad, incluso, de alguna que otra escena de acción en el cine, como asesor. Tampoco es nuevo en esto del voluntariado o de visitar hospitales, en ello lleva unos 3 años, pero la idea de hacerlo con ‘telarañas’ incorporadas se materializó este verano, colocándole además en el foco de atención de los medios.
No obstante, el trata de centrarse en lo importante. Por un lado, insistir, siempre que puede, en la importancia de la donación de medula ósea, y por otro, en el trato cercano y personal con padres y niños, esos a los que cariñosamente llama los ‘Superpelones’, y para los que su visita es una dosis de positivismo en medio de la monotonía de la vida en el hospital, y un apoyo en su lucha. «La verdad es que poco puedo aportarles yo a ellos, creo que la ilusión y las ganas de luchar, si ese día consigo que coman o están un poco peor y se animan eso es una gran victoria, ellos a mi en cambio me lo dan todo, me dan lecciones inolvidables y mucho cariño», nos cuenta.
“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”, nos decía Spiderman desde las páginas de los cómics y las pantallas de cine. Ahora el suyo se expande y se multiplica entre pasillos de hospital. Pero él insisiste, todos podemos usar el nuestro, basta con tender la mano, ceder un asiento en el autobús, echar un cable en algo pequeño… “Engancha. Ayudar a los demás es la única droga buena que existe, y si no me creéis…os invito a probarlo”, declara en su página. Para saber más, pedirle una visita a una fundación u hospital o unirte a este enorme grupo de superhéroes anónimos, entra en ‘Spiderman y los superpelones’. Colabora con varias organizaciones, como la Fundación Aladina o Juegaterapia, pero este es un proyecto personal y, como él mismo dice, “la mejor forma de colaborar conmigo es dando a conocer mi página para así llegar a más gente”.

Laura Prieto Calvo

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